En Italia, la primera ministra Giorgia Meloni, una de las pocas personas que pudo visitarlo durante su última internación, afirmó: “Nos despedimos de un gran hombre y un gran pastor”.

Desde Sudáfrica, el presidente Cyril Ramaphosa destacó su mensaje de inclusión y justicia social, mientras que desde Asia, el presidente de Taiwán, Lai Ching-te, recordó su compromiso con la paz y la solidaridad global, subrayando el valor de sus palabras para los pueblos que luchan por su reconocimiento.

Un legado reformista y a la vez polémico

Francisco pasará a la historia como un papa que buscó modernizar a una Iglesia atrapada entre la tradición y los desafíos del siglo XXI. Su frase “¿quién soy yo para juzgar?” sobre los homosexuales marcó un antes y un después en el discurso oficial del Vaticano.

Martin Pendergast, secretario de la red LGBT Catholics Westminster en Londres, declaró: “Fue el primer papa en usar públicamente la palabra ‘gay’. Eso por sí solo fue una revolución dentro de la Iglesia”.

Sin embargo, otros sectores no vieron en Francisco suficientes avances. La Conferencia por la Ordenación de Mujeres lamentó que “su negativa constante a permitir la ordenación femenina fue dolorosamente incongruente con su talante pastoral y, para muchas, una traición”.